Tras un sello de trenes y el reencuentro de sus protagonistas

En este blog publiqué hace algunos meses la historia de Xolotlán, un hooper de ferrocarriles ensamblado por cubanos en Nicaragua y que gracias a la aparición de una fortuita estampilla hizo que uno de los ingenieros participantes, Carlos Sanz, se interesara por como la filatelia perpetuó su obra. 

Como segunda parte de esta interesante historia de filatelia y realidad el propio Carlos me trajo fotos y …¡al fin! todos los sellos de la serie de 1983 pero cuanto fue su asombro al percatarse de que tanto la estampilla del hooper Xolotlán como las otras 6 significaban todas las obras que él y otros cubanos lograron hacer en los talleres de las afueras de Managua.

En el año 1992 llegó a manos de Carlos un sello postal de Nicaragua, con la figura del vagón Xolotlán; y a partir de ese momento inició la búsqueda de elementos al respecto.

Después de cumplir 44 años de actividad laboral siempre vinculado a los talleres ferroviarios de Camagüey y llegar a jubilarnos del servicio localizó todos los sellos de la serie.

No	Denominación	Servicio	Valor
1	Coche de pasajeros	Correos	0.15 córdobas
2	Vagón de carga	Correos	0.65
3	Carro	Tanque	1.00
4	Hooper	Correos	1.50
5	Autocarril	Aéreo	4.00
6	Volquete	Correos	5.00
7	Ferrobús	Correos	7.00

El propio Carlos relata toda la historia:

“Con el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua el 19 de julio del año 1979, se inició una etapa de colaboración entre Cuba y ese país, que abarcó a las principales esferas de la sociedad; como lo son la salud, educación y el transporte. De este último sector está presente el de los ferrocarriles de Nicaragua, cuyo origen se considera con la firma del Contrato de Hacienda No.48 del 29 de octubre de 1877 y previsto su construcción partiendo del puerto de Corinto, el mayor y más importante del país.

Ya para el año 1979 el ferrocarril presentaba un pésimo estado, por lo que para iniciar su reconstrucción de este importante y económico medio de transporte llegaron al país centroamericano en el año 1981, los primeros cuatros especialistas cubanos, Zapata y Quintín en la actividad de vías férreas, Marino Gil Rodríguez en locomotoras y Carlos Sanz Guerra en vagones.

Referente a la actividad de vagones como todo lo relacionado al ferrocarril presentaba

Montaje coche de pasajeros

un total abandono, al grado tal que el 90 % del parque de equipos que se encontraban en mal estado.

Con la real situación se inició un plan de reparación emergente al inventario de vagones según diagnóstico, incluyendo además la fabricación de un coche de viajeros y un vagón hopper, equipo especializado para el riego de la piedra en las vías férreas durante los procesos de reparación y construcción de la misma y del cual no había existencia en el país.

Como en la primera vez que en Nicaragua se construían equipos ferroviarios esto constituyó un elemento de júbilo y desarrollo para los trabajadores de la actividad y de los ferrocarriles en general. Por ese motivo se bautizó el vagón hopper con el nombre de XOLOTLAN, nombre aborigen del lago Managua pues en una de sus orillas estaba ubicado el taller de los ferrocarriles. Además se confeccionaron placas conmemorativas de bronce, con la figura del referido equipo, l

o que dejaría como una evidencia histórica, lo que por primera vez acontecía en los ferrocarriles.

En la medida que se desarrollaba todo el proceso productivo existió la posibilidad de ir obteniendo fotos, donde se observa la secuencia del trabajo y con lo que finalmente se pudo confeccionar un álbum con la muestra gráfica de lo realizado y que fue distribuido por la dirección del ferrocarril de Nicaragua a diferentes dependencias.

Al concluir la misión en el año 1982, donde de forma general ya el ferrocarril obtuvo logros notables, que se materializan con un aumento en el movimiento de los trenes; incluso se desempolvaron viejos proyectos como fueron el unir por ferrocarril la costa del Pacífico al Atlántico; así como la interconexión de este medio de transporte con Honduras y Costa Rica, países vecinos.

Independientemente a los años y que el ferrocarril de Nicaragua desapareció, por los intereses que primaron durante los gobiernos posteriores al 5 de febrero año 1990, resulta de gran emoción y satisfacción comprobar el resultado de la cooperación y el trabajo, así como mantener en nuestras manos las fotos inéditas de lo que dio origen a algo tan relevante como una emisión postal, un elemento cultural, social e histórico.”